El incidente del 26 de febrero (二・二六事件 Ni-niroku jiken) fue un levantamiento en contra del gobierno japonés, ocurrido en 1936 en Tokio.
Fue organizado por oficiales jóvenes del Ejército Imperial Japonés, quienes planearon asesinar a varios importantes funcionarios de gobierno y solicitar reformas sociales. Los rebeldes clamaban luchar en pro del Emperador y simpatizaban con la Kōdōha, una facción política en el Ejército que se oponía a la conquista de nuevos territorios en China,[cita requerida] para preparar el fortalecimiento de la presencia nipona en Manchuria, con el objetivo de formar unestado colchón contra el comunismo y para estar mejor preparados en caso de una guerra futura contra la Unión Soviética.
Los objetivos del alzamiento no fueron alcanzados, y el avance japonés por China continuaría, dando origen a laSegunda Guerra Sino-Japonesa. Este conflicto terminaría abriendo el Teatro Asiático de la Segunda Guerra Mundial.[cita requerida]
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[ocultar]Inicio del incidente[editar]
El asalto, liderado por el Capitán Kiyosada Koda, se inició a las 4 de la mañana, cuando los líderes insurgentes llevaron a sus tropas a los puntos acordados previamente. La mayoría de los soldados creía que estaban realizando una maniobra. El grupo liderado por Koda se dirigió a la residencia del Ministro de Guerra, con el objetivo de atraer oficiales de alto rango a su alzamiento. Existían otros cinco grupos, cuyos objetivos eran tomar los cuarteles de la policía y asesinar al Primer Ministro, al Ministro de Finanzas, alSeñor Guardián del Sello Privado de Japón y el Gran Chambelán. Posteriormente, se debía asesinar al Inspector General de Educación Militar, y al Conde Makino Nobuaki y al Príncipe Kinmochi Saionji, el último genrō. Estos dos últimos eran importantes consejeros del Emperador Shōwa, conocido en occidente como Hirohito.
Mil cuatrocientos soldados de la 1º División de Infantería ocuparon los edificios de la Dieta, el Ministerio de Guerra, los cuarteles de policía y la residencia del Primer Ministro. Establecieron sus cuarteles generales en el Hotel Sanno y se autoproclamaron Ejército de Restauración, haciendo referencia a la Restauración Meiji. La 1º División de Infantería iba a ser enviada pronto a Manchuria, lo que catalizó el alzamiento.
El Teniente Yasuhide Kurihara lideró el asalto contra la residencia del Primer Ministro, el Almirante Keisuke Okada, pero el cuñado de Okada, el Coronel Denzo Matsuo, logró esconderlo antes de que los rebeldes lo encontraran. Matsuo fue ejecutado al ser atrapado, pero Kurihara lo confundió con Okada, y el Primer Ministro logró salvarse gracias a este error. Al día siguiente, cuando entraron a la residencia los dolientes de Okada, su yerno lo sacó entre la multitud. El cádaver de Matsuo fue cubierto para que los dolientes no descubrieran la verdad antes de que el Primer Ministro estuviese a salvo.
Simultáneamente, 170 hombres, entre los que se encontraba el Capitán Koda, asaltaron la residencia del Ministro de Guerra, Yoshiyuki Kawashima. Koda solicitó a Kawashima el arresto de los líderes del Tōseiha (Facción de Control), la oposición a la Kōdōha. Koda también pidió que el General Sadao Araki fuera nombrado comandante del Ejército Guandong y que se declarara la ley marcial.
La residencia del Gran Chambelán, el Barón Kantarō Suzuki, fue asaltada por 150 soldados liderados por el Capitán Teruzo Ando. A pesar de recibir varios disparos, Suzuki logró sobrevivir el ataque y eventualmente se convirtió en el Primer Ministro durante la rendición de Japón ante los Estados Unidos en 1945.
El Ministro de Finanzas, Korekiyo Takahashi fue degollado con una espada. Los rebeldes lo odiaban por haberse opuesto al presupuesto del Ejército el año pasado. Mientras tanto, el Señor Guardián del Sello Privado de Japón, Almirante Makoto Saitō, también fue asesinado en su casa en Tokio.
El Teniente Taro Takahashi irrumpió en la residencia del Inspector General de Educación Militar, Jotaro Watanabe, y lo asesinó. Hace poco, Watanabe había reemplazado al General Jinsaburo Mazaki como Inspector General, algo que había irritado a los jóvenes oficiales.
El grupo rebelde que partió a asesinar al Conde Nobuaki Makino, logró atraparlo, pero finalmente los insurgentes decidieron dejarlo vivir. De la misma manera, el líder del grupo que debía asesinar al Príncipe Kinmochi Saionji, quien se encontraba en Okitsu, cambió de opinión y nunca dejó la capital, alegando que no podía hacer daño al último genrō.
Fin del alzamiento[editar]
A las tres de la tarde del 26 de febrero, el Ejército emitió un comunicado con tono conciliatorio. Muchos altos oficiales simpatizaban con los rebeldes, y por lo tanto el comunicado no condenaba las acciones violentas, pero llamaba al fin del alzamiento. Al mismo tiempo, colocaba el centro de Tokio bajo la jurisdicción de la unidad rebelde, con el fin de apaciguarla.
Este comunicado solamente sirvió para convencer al Capitán Koda que los altos oficiales lo apoyaban y se negó a abandonar las posiciones tomadas a menos que se cumpliesen sus exigencias. En la noche se reunió con los generales Mazaki y Araki, quienes no lograron convencerlo de dejar las armas.
Luego de que el Primer Ministro Okada hubiese sido rescatado, el Emperador Shōwa amenazó con resolver el incidente directamente. Los militares finalmente se decidieron a actuar y emitieron una orden de retirada a los rebeldes en la madrugada del 28, que debía cumplirse antes de las 8 de la mañana del día siguiente.
Ese mismo día, Okada pudo reunirse con el Emperador, a pesar de la resistencia del Ministro de Interior Fumio Goto, que se había nombrado Primer Ministro y luego se había negado inicialmente a devolver el cargo. A pesar de que muchos oficiales en el Palacio descubrieron gracias a esta reunión que Okada seguía vivo, esto no fue anunciado públicamente hasta el fin del motín.
La mayoría de los rebeldes se negaron inicialmente a rendirse, desafiando la orden imperial. Mientras tanto más tropas leales al gobierno llegaron a la capital, y la Flota Combinada desembarcó tropas en la bahía de Tokio, las cuales tomaron posiciones en diversas instalaciones de la Armada.
En la mañana del 29 de febrero, dos horas antes de que venciera el plazo, bombarderos pasaron sobre las posiciones rebeldes, arrojando panfletos urgiendo a la rendición. Los mensajes tuvieron éxito, para el mediodía solamente la casa del Primer Ministro y el Hotel Sanno seguían bajo control de tropas rebeldes, todas las otras posiciones se habían entregado pacíficamente.
Finalmente, a las tres de la tarde se anunció que todas las tropas rebeldes había vuelto a sus unidades, sin embargo, los líderes del motín permanecieron en el Ministerio de Guerra y el Hotel Sanno. Las tropas leales no intentaron arrestarlos, ya que se les daba la oportunidad de suicidarse, siguiendo la tradición samurái. El General Araki se comunicó con los jóvenes oficiales, y los instó a cometer seppuku, un suicidio ritual, pero los líderes rebeldes decidieron finalmente presentarse ante una corte marcial, ya que pensaban utilizar este proceso como plataforma política para hacer oir su mensaje, tal como había hecho el Tte. Cnel. Saburo Aizawa hace unos años. Solamente un oficial, el Capitán Shiro Nonaka, se rehusó a rendirse y se suicidó, no sin antes escribir una carta expresando su molestia por no haber sido enviado al frente.
A las 4.30 de la tarde se anunció en la casa del Primer Ministro, que este seguía con vida.
Consecuencias[editar]
Aunque sólo siete personas murieron, las consecuencias políticas de este incidente fueron determinantes en la historia de Japón, ya que allanarían el camino a la Segunda Guerra Sino-Japonesa, y al posterior involucramiento de Asia en la Segunda Guerra Mundial.
En el plano nacional, la ley marcial, impuesta por Goto en su breve gobierno, se mantuvo en la ciudad hasta julio de 1936. Durante ese período, se juzgó a los oficiales rebeldes, y trece fueron condenados a muerte. En estos juicios, omitidos en la prensa gracias a la ley marcial, también fueron condenados cuatro civiles, entre los que se encontraba Ikki Kita, influyente filósofo nacionalista. Todos fueron fusilados el 12 de julio, y la mayoría gritó banzai antes de morir.
Al mismo tiempo, la Facción de Control procedió a aplastar a la Kōdōha, responsable del incidente del 26 de febrero, y muchos generales simpatizantes de la última, entre los que se encontraban Araki y Mazaki, fueron trasladados a cargos sin importancia.
Okada fue obligado a renunciar, e Kōki Hirota tomó su lugar. Los estadounidenses, representados por su Embajador Joseph Grew, consideraron que con Hirota la presión del Ejército japonés de avanzar por China sería frenada, sin embargo, este no fue el caso. Hirota, en un intento de conciliarse con el Ejército, permitió que éste designara al Ministro de Guerra. Esta decisión fue suficiente para que el Ejército, la Facción de Control, ejerciera más presión sobre el gobierno civil, ya que podía negarse a nombrar un Ministro de Guerra si algún miembro del gabinete no era de su agrado, forzando la renuncia del Primer Ministro.
A diferencia de los americanos, los soviéticos interpretaron correctamente los acontecimientos. Un espía ruso, Richard Sorge, posando como un periodista en la Embajada alemana en Tokio, escribió un detallado reporte a Moscú, prediciendo acertadamente que a continuación seguiría una política de expansión dirigida hacia China.
El General Kanji Ishiwara, simpatizante de la Kōdōha y co-responsable del incidente de Mukden, también se percató del peligroso rumbo que su nación estaba tomando en China. Ishiwara concluyó correctamente que el creciente flujo de tropas japonesas en el norte de China llevaría finalmente a una guerra abierta con los nacionalistas chinos, principal fuerza política de la región, y que eventualmente la guerra llegaría al sudeste de Asia, involucrando en el conflicto a los Estados Unidos y al Reino Unido. Ishiwara predijo que estas acciones solamente producirían el debilitamiento de los nacionalistas de Chiang Kai-shek, y que los únicos beneficiados por esta guerra serían la Unión Soviética y los comunistas de Mao Zedong.
Un año después del incidente, se produciría el incidente del Puente de Marco Polo, que desataría la sangrienta Segunda Guerra Sino-Japonesa. Los Estados Unidos y el Reino Unido terminarían enviando ayuda clandestina a China e imponiendo un embargo de petróleo a Japón. Finalmente, la pequeña nación oriental terminaría atacando a las colonias de estas naciones en Asia, involucrándose en la Segunda Guerra Mundial. Como Ishiwara predijo, los comunistas se fortalecerían en estos años, los japoneses serían expulsados de Manchuria y los nacionalistas chinos serían expulsados a Taiwán en 1949, donde permanecen hoy en día.
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