viernes, 12 de febrero de 2016

Ruiseñor del Japón

Latín: Leiothrix lutea
Clasificación:  Passeriformes, Timaliidae, Leiothrix
Zona geográfica:Sur de Asia
Tamaño: De 13 a 16 cm
El Ruiseñor del Japón (Leiothrix lutea) es una de las 2 especies pertenecientes al género Leiothrix, incluidas dentro de la familia Timaliidae, orden Passeriformes.
A pesar de su nombre: Ruiseñor del Japón, con el que es conocido desde hace muchos años, este popular pájaro de jaula en realidad no es un verdadero ruiseñor ni vive en Japón, sino que es un Passeriformes de la familia de los Timaliidae que habita en zonas de pastos y bosques abiertos con poco sotobosque del sur de Asia, desde el noroeste del Himalaya hasta el sur de China. Además, ha sido introducido en diferentes lugares del mundo, como las islas de Hawaii. Se trata de una especie sin dimorfismo sexual, es decir, sin caracteres físicos que permitan distinguir los dos sexos.
El ruiseñor del Japón es un ave ornamental escasa en Europa, a principios siglo XXI. Algo, que resulta, cuanto menos increíble puesto que sus importaciones desde Asia durante las décadas anteriores superaron varios millones de individuos. En las tiendas de animales su valor era muy bajo debido a los grandes volúmenes que se manejaban. Era fácil ver una importación de estas aves donde cientos llegaban muertos a su destino. Pero daba igual… pronto llegarían más y todo seguía siendo beneficio.


Descripción

Ruiseñor del Japón (Leiothrix lutea) ruiseñor del japón Ruiseñor del Japón Ruise  or del Jap  n Leiothrix luteaCon una talla aproximada de entre 14 y 15 cm de media, el Ruiseñor del Japón es un ave de vistosos colores y de rápidos movimientos. Su tono general de plumaje es el gris oscuro o claro dependiendo de las regiones de donde proceda, sobre el que resalta un llamativo pico rojo y un babero amarillo anaranjado. Las bandas alares en los machos presentan colores rojizo-anaranjados al igual que las plumas de una cola en forma de pez. Muchas plumas dorsales tienen tonos verdes que están más resaltados en algunos ejemplares.

Dimorfismo sexual del Ruiseñor del Japón

Siempre se ha comentado, que existen trucos infalibles para diferenciar al Ruiseñor del Japón, pero por desgracia no siempre funcionan. Por lo general, los machos presentan la coloración mucho más fuerte y llamativa mientras que las hembras exhiben tonos más apagados. Pero esto depende de múltiples factores, como su procedencia, tiempo en cautividad, dieta suministrada, etc… Motivo por el cual nos puede inducir a error.
Uno de los sistemas conocidos para diferenciar el sexo del ruiseñor del japón es el del contraste entre pico y patas: el macho con pico de rojo más intenso y patas de color más claro y hembra con pico de coloración más tenue y patas con color más marcado. Atenderemos a un conjunto de características donde además del color serán relevantes datos como: el canto, que será más corto y repetitivo en la hembra, y más largo y variado en el macho.
El cortejo, en el que el representante masculino es el que galantea, con un canto muy bajo a la hembra, y no alto ya que éste último sirve, más bien, para marcar el territorio una vez establecida la pareja .
Sin duda en este apartado será la observación la que nos de con la clave, aunque siempre tendremos la opción de hacer un sexaje por análisis de ADN o bien por endoscopia.
El sexaje visual siempre suele terminar en errores puesto que hacen falta varios ejemplares para poder comparar. Y sólo un criador especializado en esta especie logra un porcentaje elevado de aciertos cuando tiene delante un único individuo.
Para añadir a la lista de señales visuales podremos atender a la coloración alrededor de los ojos. Por encima del ojo, hasta su parte trasera, suele verse un amarillo mucho más marcado en el macho que en la hembra y esto suele ser una premisa bastante fiable aunque aparezcan muchísimas excepciones.

Alimentación Ruiseñor del Japón

El Ruiseñor del Japón, en libertad, es un auténtico oportunista de frutos e insectos y casi podría llamársele omnívoros aunque en realidad las proteínas animales juegan un papel fundamental en su buen desarrollo.
Hoy por hoy, las pastas universales, las específicas para pequeños insectívoros y otras cumplen perfectamente con las exigencias de los ruiseñores del japón pero no debemos olvidar otras necesidades como la del aporte de calcio que es realmente imprescindible en instalaciones de reducido tamaño.
El Ruiseñor del Japón no requieren una alimentación compleja, aunque si se mantienen en recintos donde no pueden ejercitar el vuelo, serán propensos a la obesidad, por lo que no es conveniente ofrecerles una dieta rica en grasas. Lo mejor es facilitarles una mezcla de insectívoros básica y en un comedero aparte una mezcla de semillas de pequeño tamaño; puede servir una mixtura de mijo para exóticos o una de buena calidad para Carduelis. En días alternos se les pueden ofrecer hierbas anuales, incluyendo alguna fruta una vez por semana. El grit y el hueso de jibia no debe faltarles a pesar de que este último puede permanecer intacto durante mucho tiempo, hasta que un día la hembra nos sorprende picoteándolo inquisitivamente (la puesta estará cerca).
Los insectos juegan un papel muy importante, sobre todo durante la época reproductora, momento en el cual incluso los cogen directamente de las manos del avicultor. Será ideal ponerles a disposición gusanos de la harina y grillos en sus primeras fases de crecimiento, ya que las capas quitinosas de los insectos adultos pueden provocarles problemas digestivos. Los huevos de hormiga pueden ser suministrados antes y durante la época reproductora.

Reproducción Ruiseñor del Japón

El ruiseñor del japón es muy conocido como pájaro cantor de jaula, aunque su cría no está aún establecida dadas sus necesidades de espacio y su incómoda territorialidad, que a los que tienen pajareras mixtas les resulta realmente molesto.
En grandes voladeras, el ruiseñor del japón presenta también problemas de depredación de huevos ajenos, así como de los suyos propios. Estos datos, junto con el hecho de que su dieta sea parcialmente insectívora, han desalentado a muchos aficionados a emprender la apasionante empresa de su reproducción.
Realmente, conseguir varios pichones por temporada de Ruiseñor del Japón, no es muy complicado, aunque deberemos de seguir algunas normas básicas:
  • Recintos o jaulas amplias dan mejores resultados que cuando son pequeños.
  • Mantener una sola pareja por habitáculo.
  • Ofrecer varias posibilidades de nidificación.
  • Control y renovación de la dieta a diario.
Posibilidades de separar a los reproductores de manera fácil sin causar excesivo estrés durante la emancipación de los juveniles.
Si partimos de una pareja real todo será muy fácil, pero si no contamos con ella y sólo disponemos de un grupo, tendremos que ubicarlos juntos y esperar a los emparejamientos que suelen ser inequívocos y para toda la vida.
El cortejo del Ruiseñor del Japón consiste en una serie de saltos por parte del macho, que trata de ponerse encima de una hembra que suele rechazarlo hasta que no llega el momento adecuado. Una vez que ella se encuentre preparada solicitará las cópulas, primero por la tarde y posteriormente en los amaneceres y atardeceres.
Después de las cópulas la nidificación se hará patente, al igual que la puesta del primer huevo y antes de ésto, nuestros ejemplares deberán estar habituados a la dieta que se les va a suministrar a partir de ahora, que no consistirá en un cambio radical, si no más bien en una serie de suplementos a los que deberán estar acostumbrados antes del nacimiento de los pichones.
Cubrir todas las necesidades del Ruiseñor del Japón durante el periodo reproductivo, obliga a una dedicación constante por parte del criador, con lo que muchos, alentados por varias publicaciones se han decidido a dejar abiertas las puertas del aviario para que el macho busque insectos y otros frutos de manera natural. Asegurando así, que los pichones salgan adelante sin problemas. Éste método sin duda es efectivo y es asombroso ver como a partir del tercer o cuarto día de edad los padres se ven fuertemente vinculados al aviario para volver veloces con buche y pico repletos de comida. Por desgracia esta práctica no conduce más que a riesgos elevados, puesto que nuestras aves tendrán en un principio que adaptarse al nuevo entorno (cosa nada fácil), tendrán que salvar obstáculos arquitectónicos como carreteras, muros y una larga lista de barreras. A parte de evitar a un buen número de depredadores, entre ellos el propio hombre. No hemos de olvidar que las enfermedades y parásitos también entrarán en nuestro aviario, a parte de las que nosotros podamos estar introduciendo en el medio, que por otro lado soportará un nuevo visitante que podría convertirse fácilmente en una nueva introducción, que afectaría negativamente a nuestra fauna y flora local.
La responsabilidad de todo criador hace descartable por completo este sistema que conlleva más inconvenientes que beneficios a pesar de ser ciertamente interesante.

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